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  • Foto del escritorLeo Tulleres

El respeto

Me acuerdo de cuando empecé a dejar de comer animales. Fue un proceso largo, con fallos entremedio producto de “las tentaciones” que me ofrecían en juntas y carretes.


¿Qué fue lo primero que dejé de comer? Carne de cerdo. Se supone que nuestro cerebro siente mayor empatía hacia las especies que más se asemejan a la nuestra, y por eso tanta gente parte por dejar de consumir cerdos. Osea, quién en su sano juicio puede no sentir pena por un cerdito que grita desesperado, tal cual haría una guagua humana.

¿Qué fue lo que más me costó dejar de financiar, mediante mi consumo ridículo, basado en la idea de que era necesario e incluso beneficioso? Los peces y animales del mar. No, no fue el queso, ni el huevo, ni los pasteles que se exponen en vitrinas, ni las galletas Tip Top. Fueron los peces y los mariscos quienes me pusieron a prueba. Y justamente por eso suelo tener más paciencia con la gente que me dice que le cuesta dejarlos fuera del plato.


El otro día vi en un grupo de Facebook (red social que ya detesto con todas mis tripas), un grupo, a todo esto bien cringe dentro de la comunidad vegetariana-vegana, el siguiente post:

Facebook

Pensé, “pucha, ¿qué me habría ayudado a dejar de ver a los/as demás animales como una tentación para el paladar en medio de una larga y compleja transición?”, y entonces entendí que nadie se había dado el tiempo de recordarme que, más allá de que repte, camine, nade, o vuele, todo animal merece respeto. Y justamente algo así expresé: “Recordar que los peces también sienten y merecen vivir en paz” (con un emoji de corazoncito al final, para que sonara más kawaii) Absurdamente, asumí que sería un comentario bien recibido por la otra parte, que quizás iba a pedir algún dato de investigación, de documental, qué sé yo… alguna fuente confiable que respaldara mi consejo. Pero no, sorprendentemente, los dardos apuntaron directamente hacia mi “falta de respeto" y una intención de hacer sentir a la otra parte criticada.


Todavía me llama la atención la facilidad con que la gente se siente “dolida” ante un simple texto, sin insultos, humillaciones, ni ataques personales, a través de Redes Sociales. ¿Tanto poder le hemos dado a la tecnología como para que pueda determinar nuestro estado de ánimo durante el resto del día?, mientras pienso esto, no puedo evitar imaginar cómo sería ser de otra especie y consciente de esta realidad.


No sé si será que nací hace ya 35 años, o que viví cada etapa de la implementación de la tecnología, o chuta, en volá mi trastorno borderline, pero encuentro demasiado extraño el asumir una emoción en un mensaje escrito, onda “es que lo dijiste como criticando”, “le estás tirando una piedrita por debajo”... Me da la impresión que ahora toda la gente es una especie de telépata que sabe exactamente la intención del emisor cuando éste escribe un párrafo, algo que encuentro terriblemente barsa, porque cuando se pretende explicar algo con fuentes científicas y concretas, donde no queda espacio a la duda, ahí mágicamente los poderes de adivinación desaparecen.


“Todo es un proceso, hay que ayudar a la persona, no que se sienta criticada”, “No hay que presionar a la chica, si no se nos puede escapar y volver a comer todo tipo de carne”; aquí me quiero detener para intentar llegar a una conclusión:


Entiendo que cada persona tiene su propia forma de ver el mundo, y que por lo tanto tendrá tiempos diferentes para realizar una conexión con su conciencia. Deben comprender que la presión es inherente eso sí en el caso de decidir seguir hacia el camino del veganismo. No se trata de criticarte ni sacarte en cara cada vez que comes un huevo en medio de tu proceso de veganizarte. Tampoco se trata de buscar que dejes este “ohhhh tremendo esfuerzo” que es dejar de pagar por un producto que significó tortura y muerte para otros (producto que por cierto NO necesitas), ni tampoco es la idea no reconocer tu sobrehumana consideración por las demás especies. El punto es que si necesitas que te aplaudan y te tomen de la manito para que hagas las cosas correctas, el problema siempre fuiste tú. Si estás pensando “es que por culpa de los veganos pesados ya no quiero ser vegan", entonces NUNCA entendiste verdaderamente el concepto de veganismo.

Los demás animales merecen respeto y, a diferencia tuya, la falta de respeto hacia ellos les significa la muerte y no una pataleta por Redes Sociales. Una decisión siempre deja de ser personal cuando involucra a otros.


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