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  • Foto del escritorTom Eddy

Querido Santa,

En esta Noche Buena mis deseos no son los de cualquiera. No son la tecnología más avanzada ni la moda más estrafalaria. Ciertamente son costosos y difíciles pero también nobles y justos. ¿Traes amor y felicidad al mundo, Santa? ¿Para todos, Santa?


Recuerdo haber pedido cosas y estoy seguro de que me las has dado. ¿Tan generoso eres, Santa? Quizás tu generosidad y la búsqueda de la felicidad a través hacer felices a los demás permeó en más de una ocasión a mis padres, quienes aún sufriendo en la clase media baja (esa del Volkswagen Amazon GLS de principios de los noventas) hacían el esfuerzo por demostrar su amor con objetos envueltos en coloridos paquetes.


Recuerdo algunas cenas familiares. ¿Tú también nos dabas la comida, Santa? Mis primos y yo corriendo hasta las 11:30 pm para luego escondernos con el perro de la familia a esperarte. Tú siempre tan sigiloso pues nunca pudimos atraparte. Salvo esa vez que hiciste que mi tío José se disfrazara como tú. El hálito alcohólico lo delató.


Una duda: ¿Por qué nunca hubo regalos para mi perrita Paloma? ¿Y mi gata Curicha? Se portaban tan bien. Mejor que yo eso es seguro.


Ya viejo y con la espalda adolorida me dan ganas de pedirte un parche León y un metro cuadrado de vino. Nada harás por mí, pues ya no soy la buena persona que fui hace 25 años, eso lo tengo claro. ¿Puedo pedir en nombre de otros? ¿Puedo pedir en nombre de quienes no pueden escribir cartas como esta?


Tanta generosidad, bondad y amor hay en tí, Santa. De ello las grandes empresas de retail y yo estamos seguros.


Te pido que en estas fechas ilumines a quienes esperan por tí. Te pido que la generosidad que en algunos imbuyes los lleve a darse cuenta de que hacemos sufrir a quienes no tienen culpa alguna. ¡Que abran los ojos nada más! ¿Es pedir empatía pedir demasiado?


¿Tú estás haciendo subir el precio de la carne, Santa? No lo pongo fuera del tipo de milagros navideños que puedes hacer. Recuerdo la película de la avenida 24 o algo así. No recuerdo bien el nombre. Algo sobre la magia de la navidad y una niña que seguramente años después abusó de drogas y desapareció en el anonimato. Me he vuelto algo negativo, lo sé.


También sufrí, Santa. Más de alguna vez en mis cartas supliqué y prometí hacer todo lo posible para recibir tu bendición. Hoy lo vuelvo a hacer.


No quiero bendiciones para mí. No quiero la mejor tecnología ni la moda más estrafalaria. No me interesa el videojuego de moda ni un viaje para 4 personas a un destino turístico desolado por la pandemia. Te cambio todos mis regalos futuros por un solo deseo:


Que la gente saque a los animales de su plato. Que entiendan el sufrimiento que causan y el dolor que patrocinan. Que reaccionen.


Que hagan la conexión.


Del resto nos encargamos nosotros.





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