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  • Foto del escritorLeo Tulleres

Chile: Crónica de una Muerte Anunciada

El día de hoy se suponía que sería el día más lindo de nuestra historia. Se suponía que hoy, lunes 5 de Septiembre, comenzaríamos a crear un nuevo Chile, para cambiar de una vez por todas un sistema neoliberal que nos ha oprimido durante más de 40 años. Hoy el café debía saber mejor, y el sándwich de queso vegetal debía tener otro aspecto, pero no; el desayuno más amargo de la historia se saborea entre rabia, pena, y la impotencia de entender que en realidad la gente nunca quiso una vida mejor.


Recuerdo con melancolía esos días de revuelta, cuando me levantaba resuelta a salir a las calles, sin importar las consecuencias, porque estaba determinada a crear algo nuevo, más empático, mucho más justo. Determinada a luchar por el futuro, por mis hijas, y por mis compañeros y compañeras no humanos.


Recuerdo todas las veces que arriesgamos nuestras vidas mientras llovían gases lacrimógenos, balines, químicos, gritos, y lumazos, simplemente por decir “cuando la injusticia es ley, la rebelión se vuelve un deber”


Recuerdo a mi hija con apenas 12 años usando antiparras en medio de una protesta, gritándole a los pacos, protegida por mí y un simple lienzo.


Recuerdo, ahora con tristeza, el sentimiento que se respiraba en ese año 2019 de querer cambiar todo, de escribir una historia nueva, de planificar desde nuestro frente nuestro futuro, y mientras pienso en todo eso me pregunto: “¿Qué chucha pasó ayer?”


En 40 años nos enseñaron a callar, confiando en las decisiones de la política de turno, y sin leer cosas que nos abrieran la mente. Nos llenaron de necesidades superfluas, nos adoctrinaron en el consumismo y en el conformismo. Nos dijeron que es más importante tener un smartphone de alta gama en vez de un plato de comida balanceada, y lo creímos sin dudar. Ellos son exitosos, seguro deben saber. Nos golpearon tantas veces con la luma de la indiferencia y el egoísmo, que las consecuencias finalmente salieron a la luz el día de ayer.


Chile rechaza la oportunidad de tener una Constitución decente, paritaria, escrita de forma democrática, ecológica, feminista, y ambientalista, y decide seguir en la misma mierda que le ha marcado el camino durante todo este tiempo. Chile tuvo una opción histórica de cambiar su rumbo, pero decidió mantenerse en el racismo, machismo, desigualdad, especismo, y latifundismo.


Chile se negó a reconocer a sus pueblos originarios, porque “no, qué miedo, tendrán su propio sistema de justicia, nos quitarán las casas, y se van a oponer a la instalación de una represa”


Chile se negó a incluir a las disidencias, a las mujeres, a las personas con capacidades diferentes en sus bases, porque “no, qué miedo, todo va a ser gay, y van a corromper a la niñez con educación sexual”


Chile se negó a incluir a nuestros compañeros no humanos en su carta magna, perpetúandolos como “bienes muebles semovientes”, ignorando de tajo que son seres sintientes merecedores de especial cuidado. Y no es de extrañar, pues en este país todavía se protege al rodeo y a los mataderos, en la más pura negligencia apoyada por una legalidad basada en el abuso del poder.


Por un momento me imaginé a un grupo de activistas presentando proyectos de ley para acabar con el rodeo. Me imaginé a las mujeres accediendo a salud sexual sin discriminación, respetando tanto la decisión de parir como de no hacerlo. Me imaginé un país preocupado por la Salud Mental, por el acceso igualitario a alimentos, con aguas libres, y mucho más consciente del daño medioambiental. Lo visualicé, y fue hermoso. Y al final mi imaginación vívida ahora me perseguirá cada vez que vea una injusticia; pudimos haber cambiado la historia, y nos negamos por miedo a construir, y a trabajar en equipo. Es más cómodo seguir tomando de la teta de lo que le sobra al Estado que organizarnos para obtener lo que merecemos. Es más fácil agachar la cabeza que tomar decisiones. Es más seguro seguir con lo que hay que empezar de cero porque el país que queremos algunos, al parecer, es solo un país imaginario.


Chile es la crónica de una muerte anunciada, y fue escrita con puño de miedo, represión, e ignorancia. Ahora sólo queda buscar una forma de migrar hacia lugares que tengan una claridad de la verdad universal ya en sus valores. Ahora sólo nos queda seguir sobreviviendo, y asumir que las torturas, los ojos menos, y las personas asesinadas durante la revuelta sólo serán una página más de una historia que se continúa escribiendo con sangre. Y sólo nos queda seguir luchando por quienes sí merecen nuestros gritos y pelea: los y las animales no humanos. Por ellos y ellas, seguiré alzando la voz. Por la gente humana chilena, nunca más.


Ayer todo un país se dijo a si mismo que actuaría con amor al tomar su decisión. Hoy vivimos en un país igual de injusto que ayer y les hemos entregado en bandeja esta pésima novela llamada "Chile" a quienes solo saben escribir historias de horror con sangre en vez de tinta.


Es el momento de, como activistas por la Liberación de los Animales, hacernos a un costado por las causas sociales, enfocando nuestra energía en quienes necesitan y merecen su libertad. Y es que mientras más conozco a los seres humanos, más real se vuelve el viejo dicho y, con una renovada fuerza nacida del más profundo desprecio por este país, más amo a los animales.


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